Puede darse el caso de que la administración active estos espacios o, más frecuentemente, que sean iniciativas ciudadanas las que propongan actividades o reformas.
En ambos casos se puede plantear la figura de la cesión temporal para el desarrollo de un programa que contenga un interés para la comunidad (huertos comunitarios, equipamientos deportivos culturales, etc.). En la actualidad existen algunos ejemplos de gestión colectiva, aunque todavía son casos puntuales.
El centro urbano de Madrid cuenta con innumerables solares abandonados. Su apertura temporal y activación podría resolver algunas de las múltiples deficiencias existentes en la red de espacios públicos, como zonas verdes, o en los equipamientos públicos que tiene el centro de la capital. El objetivo último sería generar un Registro de Solares, tanto públicos como privados, que permita el desarrollo de proyectos de gestión colectiva para el desarrollo de equipamientos públicos temporales, mientras no se ejecute ninguna obra en el solar y garantizando siempre el cumplimiento final de los plazos y usos definidos para el mismo. Para ello pueden programarse usos temporales sin que por ello se hipotequen los usos finales o se dilaten los plazos de ejecución de la construcción prevista. La apertura de solares no sólo potenciaría la existencia de plazas públicas, sino también la instalación de equipamientos efímeros, como lugares de reunión para las asociaciones vecinales, o incluso viviendas temporales.
La temporalidad permite adaptar los programas en función de las condiciones que pueden llegar a ser cambiantes. Los cascos históricos y los centros de las ciudades son estructuras muy estáticas que no permiten realizar adaptaciones a las condiciones de cambiantes de nuevos perfiles poblacionales.
El carácter efímero de los proyectos puede ser, en muchos casos, un condicionante para actividades que requieran una cierta continuidad. Sin embargo la existencia de una red de solares permitiría la itinerancia o nomadismo de esas actividades y, a su vez, la continuidad del proyecto en localizaciones cambiantes.
La Guía para la Activación de VUA (Vacíos Urbanos Autogestionados) tiene la aspiración de servir como instrumento práctico y útil que ayude a los diversos agentes, grupos, colectivos, asociaciones o personas individuales a poder poner en valor espacios vacíos existentes en la malla urbana de las ciudades.
No tiene el objetivo de proponer proyectos, ni sugerir a qué usos, fines o actividades se podrían destinar los diferentes solares vacíos (tanto públicos como privados) que existan en el mallado urbano. Simplemente, obedece a que el colectivo es consciente de que todo proceso de activación de los espacios urbanos vacíos -cuya finalidad sea poder destinarlos a usos que reviertan en beneficio de la comunidad- va a requerir de una serie de actuaciones previas que permitan identificar al titular del espacio de que se trate, determinar cuál es su régimen jurídico-urbanístico y poder fijar, en forma de convenio, el espacio para la concertación entre propietario y agente, asociación o colectivo que permita implantar por éstos un uso provisional en dicho espacio vacío para cubrir una carencia de equipamiento social, cultural o deportivo, y de este modo poder prestar un servicio a la comunidad ciudadana.
Por lo tanto, se ha pretendido, siempre desde una perspectiva totalmente práctica, ayudar a dichos agentes, asociaciones o colectivos, a comprender una serie de herramientas jurídicas básicas que les va a permitir realizar una serie de actuaciones previas imprescindibles para la fructífera implantación del nuevo uso.