JARDIN DE LAS MALAS HIERBAS
Darle un valor simbólico a la mala hierba, maleza o arvense, constituye una analogía a lo que implica construir un futuro utópico en torno a otras formas de vivir y de resistir a la cultura hegemónica. Los modos de clasificación que han sido instaurados a lo largo de la historia occidental, constituyen una verdad única en torno a cómo se designan las cosas, desde una perspectiva colonizadora del pensamiento. Uno de estos modos lo vemos representado en la forma en que se señalan las plantas que interrumpen la función productiva e industrial de la agricultura. La “mala hierba” es descrita en los diccionarios como una planta que se extiende de forma silvestre, cuya presencia empaña los deseos humanos de sostener un sistema oficial representando en un cultivo, jardín, césped, acera y otros espacios. Su irónica definición se traslada incluso a la lógica de la mala persona que debe dejar de existir o que cuesta que muera. Su condición binaria en torno al bien y el mal, reafirma la construcción dominante del lenguaje que construye determinados relatos.
En octubre del 2023, el Jefe de la diplomacia europea de España en la UE, señaló la diferencia entre Europa como jardín y el “resto” del mundo como una jungla. Esta comparación nos llevó a relacionar la idea de jungla indómita y rústica, con la noción de hierba espontánea. Si subvertimos estas palabras y su sentido, nos ubicamos del lado de los arvenses con perspectiva política y contranarrativa, la maleza nos representa: queremos ser la resistencia, la radicalidad, les que no van acorde a los deseos humanos bajo el orden del capital, les que buscan regenerar aquello que ha sido intervenido por un sistema neoliberal.
JARDIN DE LAS MALAS HERBAS
Giving a symbolic value to weeds, weeds or weeds, is an analogy to what it means to build a utopian future around other ways of living and resisting the hegemonic culture. The modes of classification that have been established throughout Western history constitute a single truth about how things are designated, from a colonizing perspective of thought. One of these modes is represented in the way in which plants that interrupt the productive and industrial function of agriculture are pointed out. The “weed” is described in dictionaries as a plant that spreads wildly, whose presence tarnishes human desires to sustain an official system by representing it in a crop, garden, lawn, sidewalk, and other spaces. Its ironic definition even carries over into the logic of the bad person who must cease to exist or who costs it to die. Its binary condition around good and evil, reaffirms the dominant construction of language that constructs certain narratives.
In October 2023, Spain's Head of European diplomacy in the EU, pointed out the difference between Europe as a garden and the “rest” of the world as a jungle. This comparison led us to relate the idea of untamed and rustic jungle to the notion of spontaneous grass. If we subvert these words and their meaning, we place ourselves on the side of the weeds with a political and counter-narrative perspective, the weeds represent us: we want to be the resistance, the radicality, those who do not go along with human desires under the order of capital, those who seek to regenerate that which has been intervened by a neoliberal system.